Mi mamá siempre quiso ser actriz de cine, pero en cambio no consiguió ser más que una actriz callejera.
El lado bueno, dice ella, es que así puede dedicarse a su trabajo a tiempo completo, porque no es de las que ensaya meses, se para en medio de la calle un buen día para presentar su obra y después se va de vacaciones; lo suyo es algo más constante, algo de todos los días y sin disfraces, y por lo mismo, yo pienso que requiere mucho más sacrificio.
Es perfectamente capaz de largarse un llanto de aquellos y seguir pelando papas como si solo hubiera estornudado. A veces me da unos discursos que no puedo creer que se haya inventado, absolutamente convincentes, pero cuando termina hay un sutil cambio en su expresión o en su voz y me habla de algo del todo distinto. Con el tiempo me acostumbré, pero es inevitable vivir en un estado de confusión e incredulidad permanentes si algo así ocurre con tanta frecuencia.
El problema principal, es que mi mamá nunca se ha tomado vacaciones. Si existe alguien más debajo de la capa eterna de teatralidad, a mí nadie me la ha presentado, y tras tantos años de lo mismo, se empieza a formar algo en el pecho como rencor, algo pegajoso que se va acumulando día tras día y deja un gusto muy ácido en la boca.
A papá le pasaba exactamente lo mismo. No hablábamos mucho, era mi mamá la que usaba las palabras hasta el cansancio y nosotros nunca nos sentimos capaces de irrumpir en ese territorio del que se había apropiado. A pesar de eso, papá y yo siempre nos hemos entendido a la perfección, con apenas un par de gestos o un asentimiento.
Lo del asesinato fue para su cumpleaños. No fue premeditado, surgió más bien como un impulso, como si aquel día hubiera rebasado el límite de lo que nosotros podíamos aguantar. Yo miré a mi papá, y los dos ya sabíamos qué hacer.
Si quiere que sea honesto, me parece una verdadera lástima que no haya resultado. Supongo que mi mamá, de tanto ser la heroína de la historia, se ganó también la inmortalidad típica de los protagonistas. Esa es solo una teoría; siempre preferí evitar lo que se relacionara con la literatura y el teatro, así que no tiene que creerme. Nosotros solo intentábamos acabar con la representación infinita, no tenemos más culpa que alguien que abandona su palco del teatro a mitad de la función.
Ay, oficial, no me ponga esa cara. Estoy muy seguro de que, de haber estado usted en nuestro lugar, habría hecho exactamente lo mismo.
El lado bueno, dice ella, es que así puede dedicarse a su trabajo a tiempo completo, porque no es de las que ensaya meses, se para en medio de la calle un buen día para presentar su obra y después se va de vacaciones; lo suyo es algo más constante, algo de todos los días y sin disfraces, y por lo mismo, yo pienso que requiere mucho más sacrificio.
Es perfectamente capaz de largarse un llanto de aquellos y seguir pelando papas como si solo hubiera estornudado. A veces me da unos discursos que no puedo creer que se haya inventado, absolutamente convincentes, pero cuando termina hay un sutil cambio en su expresión o en su voz y me habla de algo del todo distinto. Con el tiempo me acostumbré, pero es inevitable vivir en un estado de confusión e incredulidad permanentes si algo así ocurre con tanta frecuencia.
El problema principal, es que mi mamá nunca se ha tomado vacaciones. Si existe alguien más debajo de la capa eterna de teatralidad, a mí nadie me la ha presentado, y tras tantos años de lo mismo, se empieza a formar algo en el pecho como rencor, algo pegajoso que se va acumulando día tras día y deja un gusto muy ácido en la boca.
A papá le pasaba exactamente lo mismo. No hablábamos mucho, era mi mamá la que usaba las palabras hasta el cansancio y nosotros nunca nos sentimos capaces de irrumpir en ese territorio del que se había apropiado. A pesar de eso, papá y yo siempre nos hemos entendido a la perfección, con apenas un par de gestos o un asentimiento.
Lo del asesinato fue para su cumpleaños. No fue premeditado, surgió más bien como un impulso, como si aquel día hubiera rebasado el límite de lo que nosotros podíamos aguantar. Yo miré a mi papá, y los dos ya sabíamos qué hacer.
Si quiere que sea honesto, me parece una verdadera lástima que no haya resultado. Supongo que mi mamá, de tanto ser la heroína de la historia, se ganó también la inmortalidad típica de los protagonistas. Esa es solo una teoría; siempre preferí evitar lo que se relacionara con la literatura y el teatro, así que no tiene que creerme. Nosotros solo intentábamos acabar con la representación infinita, no tenemos más culpa que alguien que abandona su palco del teatro a mitad de la función.
Ay, oficial, no me ponga esa cara. Estoy muy seguro de que, de haber estado usted en nuestro lugar, habría hecho exactamente lo mismo.
hhngdnhnyjmyjmky
ResponderEliminarno, no haré nada de lo que has dicho. solo me fijare de llevar monedas sueltas para usar el teléfono publico mas cercano y luego ir a embriagarme.
ResponderEliminarhttp://www.youtube.com/watch?v=-KFdx_HDApg esta canción me calo fuerte en los huesos. deberías escucharla
ResponderEliminarya, es mi turno de comentarte en blog gthgh mi mamá siempre quiso ser doctora, pero es profesora. es como lo mismo al final
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