martes, 13 de diciembre de 2011

Gabriel siempre quiso ser un astronauta interespacial. En cambio, acabó trabajando en una panadería de lunes a domingo, y en sus ratos libres, también era mago.
Un día, algo salió muy mal. El truco se le fue de las manos, y desapareció del escenario, dejando atónitos a todos los espectadores. Nadie supo qué pasó. Nadie supo qué fue de él. Nunca volvió. Pero el día en que el hombre viajó a la luna por primera vez, algunos creyeron ver en la televisión a un señor muy parecido a Gabriel saludando desde un rincón.

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