domingo, 21 de agosto de 2011

Fragmento

You're an exception to the rule. Southern girl, could you want me?
El canturreo, suave y bajo, recorrió toda la casa. Pasó bajo la puerta, subió las escaleras, rozó las grietas de las paredes. Junto a él, el halo de luz que iba filtrándose por las cortinas rasgó por un segundo el imponente silencio que se había apoderado hace años de esa casa. Pero solo por un segundo.
Alguien, tal vez nada más que una sombra en la pared, se movía por la habitación. Sus movimientos eran sutiles, como un gato que acosa silenciosamente a su presa, pero con un descuido del que un gato jamás hubiera sido capaz.
So come outside and walk with me. You're all I ever wanted.
La antigua madera emitió un leve quejido. Tal vez no todo estaba muerto allí.
El pelo suelto, muy largo. Probablemente castaño. Ropas extrañas, sin un diseño definido, como si hubieran sido formadas por la unión de restos de muchas prendas distintas. Cicatrices en el rostro. Un bolso de cuero en el rincón.
Se movía, la dueña de la sombra. Sin hacer ruido, se movía al ritmo de una música que no provenía de ninguna parte más que su propia cabeza. Bruscamente, se detuvo. 
-Quince días.
Su voz, sin pedir permiso, retumbó por las paredes, empujó las puertas y derrumbó el silencio. En respuesta, la madera crujió más fuerte desde algún lugar.
-Eres interesante. Nunca había conocido aquí a alguien tan paciente. 
Su acento era extraño, una mezcla de los acentos de muchos lugares.
Silencio. Detrás de ella, una cortina se agitó, y por un instante, la luz llenó todo el lugar, los sillones, las lámparas, y los ventanales.
-Tú también.... eres interesante.
El joven, ahora sentado en el suelo, había saltado desde su escondite en las vigas del techo. Todo en él reflejaba excitación e interés. 
-¿Siempre supiste que estaba ahí? 
-Te oí.
-Eres la primera en descubrirme en una década -replicó él, aunque en realidad su voz no denotaba sorpresa-. Esta casa no es tuya. ¿De dónde eres?
-De aquí, de allá...
-Eres una gitana -concluyó el hombre con una sonrisa-. O algo mejor.
Ella por fin lo miró. Lo observó desde el pelo negro y rizado hasta los zapatos, pasando por su mirada penetrante, su sonrisa casi ingenua, sus músculos en tensión. Sin mediar otra palabra, tomó su bolso y un atado de libros, y mientras caminaba hacia la salida, comenzó a cantar otra vez, en voz baja pero audible.
We'll try each other on to see if we fit. We can do anything that turns you on and sets you free.
El joven tardó en reaccionar. Se sentía un tanto... deslumbrado.
-¿Adónde vas?
La canción terminó. La chica se encogió de hombros.
-Nunca lo sé. ¿Irás conmigo?
Él sonrió. Y supo que ya lo había decidido antes de que ella preguntara, que al fin y al cabo, era inevitable.
-Pero solo si me dices tu nombre.