Un día te voy a escribir un cuento. No sé si estará bien escrito o tendrá un final feliz, ni siquiera sé si será la clase de cuento que Cortázar hubiera aprobado, pero escribiré un cuento y tu nombre estará escrito al principio, en cursiva. No te avisaré cuándo, así que siempre tendrás que estar pendiente, por si aparece escrito en el confort o en una revista rosada.
Yo solo espero que, el día en que lo leas, logres descifrar mi mensaje en clave, ese mensaje que intento darte hace años sin que tú prestes atención. Porque eres tan de otra parte, niña, tan de adonde yo no puedo ir, y no tienes idea de que voy a escribirte un cuento, ni estarás consciente de que su publicación se deberá a ti, solo a ti. Ni siquiera sabes que existo, y seguramente no descifrarás nunca mi mensaje.
Pero escucha con atención. Yo te voy a escribir un cuento, porque quizás un día abras tus ojos verdes y lo entiendas. Porque no puedo dejar de esperar que tal vez, un día, todo tenga sentido y por fin vengas de allá lejos a quedarte conmigo.
Yo solo espero que, el día en que lo leas, logres descifrar mi mensaje en clave, ese mensaje que intento darte hace años sin que tú prestes atención. Porque eres tan de otra parte, niña, tan de adonde yo no puedo ir, y no tienes idea de que voy a escribirte un cuento, ni estarás consciente de que su publicación se deberá a ti, solo a ti. Ni siquiera sabes que existo, y seguramente no descifrarás nunca mi mensaje.
Pero escucha con atención. Yo te voy a escribir un cuento, porque quizás un día abras tus ojos verdes y lo entiendas. Porque no puedo dejar de esperar que tal vez, un día, todo tenga sentido y por fin vengas de allá lejos a quedarte conmigo.
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