miércoles, 4 de septiembre de 2013

A veces me levanto temprano y salgo a caminar por la ciudad. A esa hora el aire es fresco, liviano, y la gente aún camina tranquila, como si todo ocurriera en otro lugar sin vagones de metro repletos ni tacos que no acaban nunca.

Algunas de esas veces me encuentro con alguna persona que me mira como a punto de sonreír. Y eso a mí, no sé por qué, siempre me da ganas de llorar.

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