martes, 30 de abril de 2013

La señora Saturnina no sabe muy bien qué pasa. Vagamente logra intuir que ciertas cosas no andan bien, que las plantas se ven mustias sin importar que les cante o les remueva la tierra, el gato ya no maúlla fuera de su puerta para que lo alimente, y el cartero abandona la correspondencia sin quedarse a comentar lo caro del pan o los males del gobierno.
A veces, espiando tras los visillos a uno de los tantos grupos de muchachos que por estos días corre entre gritos y humo, Saturnina se pregunta si el problema no será ella, si no estará haciendo algo mal que tenga al mundo así, tan como ofendido y lejano. Pero por más que piensa y piensa, aunque estudie detenidamente los vidrios trizados de la casas vecinas, las hojas de té, y los graffitis que proliferan en el barrio, no consigue situar la causa en ninguna parte. Y entonces no queda más que prepararse un mate y sentarse a ver televisión, porque seguro que desde ese lado saben todo lo que ella no.


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