martes, 18 de diciembre de 2012

Ritual

Sus caminos se cruzaban todas las mañanas a las 8.10, justo al lado del carrito de completos. Se sonreían de lejos, tratando de disimular las ojeras y el frío que les golpeaba las mejillas, y se daban un abrazo que siempre duraba cuatro misisipis. Cada uno cerraba los ojos y respiraba muy hondo.
Entonces se separaban, se deseaban un muy buen día, y seguía cada uno por su camino a clases.

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