martes, 26 de marzo de 2013

Le dijo que si se quedaba allí todo iba a estar bien, que no tuviera miedo.
Pero no estuvo bien que él comenzara a llegar borracho por las noches. Tampoco la primera vez que le pegó, ni ninguna de las siguientes.
En realidad, nada estuvo bien en su vida desde el día en que cumplió siete años, cuando él se le acercó, y hablándole muy bajito, puso una mano fría entre sus piernas. 

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